Jul 08, 2011 Felix Tapia Los investigadores Opinan 0
El Nacional
Domingo 26 de Junio de 2011
Nicolás Bianco
nicolas.bianco@ucv.ve
Con este sugestivo título, The Economist dedica su edición del 4 de junio a revisar algunos aspectos del transcurrir de los primeros 30 años de la letal pandemia, inducida por el virus de inmunodeficiencia humana, que ha generado un aproximado de más de 55 millones de de seres infectados y la penosa cifra de 25 millones de muertes.
Recuerdo la tarde de 1983, cuando junto con el grupo de infectólogos de la Escuela Vargas, liderados por Manuel Guzmán Blanco y la sección de Inmunidad Celular bajo la conducción de Gloria Echeverría, de la Unidad de Inmunología Clínica del Instituto Anatomopatológico (ambos de la Facultad de Medicina de la UCV) describimos el primer caso en el país. No podíamos anticipar que el VIH/sida impondría una prueba de fuego a la Inmunología Clínica como nueva especialidad médica y validaría el indispensable papel del inmunólogo clínico en el abordaje de las enfermedades inmunológicas.
Teniendo como referencia la histórica dedicación y devoción de todo el personal de salud venezolano, ilustrado por las magistrales campañas antimálarica (Arnoldo Gabaldón), y antituberculosa (José Ignacio Baldó), asumimos en 1972 la fundación y descentralización de la Inmunología Clínica, y propiciamos un conjunto de diez Unidades Regionales de Inmunología Clínica. Este corto recuento, que hacemos en calidad de homenaje, se extiende a todos los equipos que respondieron al unísono cuando el VIH se hizo presente en nuestro país.
Alcanzamos una vanguardia internacional respaldada con todo entusiasmo por la Organización Mundial de la Salud y la estructura, dirigida por Irma Machado, que enfrentó la progresiva inserción de las hepatitis virales B y C.
Alertamos en 1990 al Gabinete Ejecutivo la diseminación del VIH en las densas capas de pobreza que para entonces integraba cerca de 70 % de la población. La promiscuidad, el hacinamiento, la práctica del sexo inseguro, el narconegocio, entre otros factores, permitieron a la vez pronosticar que serían más de un millón los infectados por VIH para finales de la década de los noventa. Al acercarnos a los 13 años de la tiranía militar que, entre otros, ha desmantelado el sector salud íntegramente, desconocemos hoy en día la extensión y gravedad de la infección por VIH en Venezuela.
El verbo presidencial irresponsable ha defendido la centralización de los servicios públicos y liquidó décadas enteras de notables logros de la sociedad civil, méritos que los militares no perdonan.
Nótese que la pandemia se llevó en 2009 cerca de 1,8 millones de vidas. Sin embargo, en 2005 fueron 2,1 millones. La provisión de terapia antirretroviral ha generado estas luces de esperanza.
Por otra parte, el premio Nobel David Baltimore resalta (Wall Street Journal, junio 21) los esfuerzos de la trilogía que conforman el Hospital General de Massachusetts, el MIT y la Universidad de Harvard, para diseñar una vacuna que neutralice las escasas regiones constantes del muy mutante VIH: “las moléculas mágicas” se encuentran en pocos infectados que derrotan “naturalmente” al VIH. Esas partes que no cambian son el talón de Aquiles del VIH. Antirretrovirales muy caros pero efectivos, y la investigación científica seria y profusamente financiada con el dinero de todos pudieran eliminar el signo de interrogación sobre el fin de la mortal pandemia. Nadie gana destruyendo y engañando. La unidad nos hará indestructibles y libres nuevamente.
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