Ago 16, 2011 Felix Tapia Los investigadores Opinan 0
Estudios De Postgrado
Semanario La Razón
14/08/2011
Absalón Méndez Cegarra
En la actualidad, desde distintos ángulos, se cuestiona el hacer en la educación universitaria y, en general, en el sistema educativo. Organizaciones Especializadas de las Naciones Unidas, tal es caso de la UNESCO, con frecuencia convoca a eventos de carácter internacional para interrogar a los expertos sobre distintas cuestiones del vivir universitario, destacando en estas interrogantes, entre otras, el papel de la Universidad en su relación con la Sociedad y el Estado (Sociedad-Estado- Universidad); la vinculación Universidad-sector productivo, la producción de conocimientos, el acceso a los estudios universitarios; la calidad y utilidad de la educación universitaria; nuevos modelos y técnicas educativas; las nuevas tecnologías de información y comunicación; y, naturalmente, los temas de la igualdad, igualdad de género y exclusión social. Estos y otros temas cruzan los mares y llegan a nuestras tierras planteados de diferentes maneras y, algunas veces o la mayoría de las veces, acompañados de una fuerte carga ideológica que, en ocasiones, trastoca el camino de las transformaciones necesarias y la oportunidad de un cambio de rumbo, como sucedió en Venezuela recientemente con la promulgación de una pobrísima Ley Orgánica de Educación y un abortado desarrollo legislativo de la misma, a tal punto, que, a más de dos años de promulgación, no se ha logrado crear el Sistema de Educación establecido en ella y, menos aún, el desarrollo de un conjunto de instituciones como las relacionadas con la noción y participación de la comunidad universitaria en el gobierno universitario, en cuyo auxilio ha salido el Poder Judicial, sembrando el caos, la discordia y lo que es más grave, peligrosísimas situaciones de legalidad e inseguridad jurídica.
A la Universidad venezolana se le cuestiona de mil maneras. Se le agrede y vilipendia. Se le niegan recursos presupuestarios para su normal funcionamiento. Se le impide explorar fuentes de obtención de recursos distintos al presupuesto fiscal. Se irrespeta y maltrata con condiciones de trabajo paupérrimas a profesores, empleados y obreros y al estudiantado se le niegan sus reivindicaciones y su derecho a gozar de bienestar. Al mismo tiempo, se le exige el cumplimiento de objetivos que muchas veces superan sus posibilidades y se les ordena una transformación que carece de rumbos definidos. La sociedad mundial pide de las Universidades y de los sistemas educativos, como debe ser, un papel protagónico en la instauración de la “sociedad del conocimiento”, en los términos que autores como Karsten Krüger, entiende este concepto: “El concepto actual de la “sociedad del conocimiento” no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como un factor del cambio social entre otros, como, por ejemplo, la expansión de la educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades. Crece la importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida. Pero igualmente crece la conciencia del no- saber y la conciencia de los riesgos de la sociedad moderna”(Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Vol. XI. N° 683.Universidad de Barcelona. 2006). Frente a este tipo de retos no existe duda alguna que la Universidad venezolana debe ser transformada. Ahora bien, las transformaciones institucionales en una sociedad determinada pueden sucederse de distintas maneras, planificadas o no. Pienso que nuestra Universidad, desde hace algunas décadas, viene experimentando importantes cambios, tanto cuantitativos como cualitativos. Uno de ellos, en nuestro criterio, es el espectacular desarrollo de los Estudios de Postgrado, los cuales, junto con el desarrollo de la investigación, forman una unidad indisoluble, razón de ser de la Universidad de nuestros días.
Los Estudios de Postgrado se iniciaron en Venezuela en la década de los años 40, con un curso, en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. A partir de ese momento, los Estudios de Postgrado son un torrente imparable, a tal punto que, por el número de cursos y programas, número de matriculados y de egresados, contamos, ya, con Universidades que bien pueden calificarse de Universidades de Postgrado, tal es el caso de la UCV. Según la base datos del Consejo Consultivo Nacional de Postgrado (CNU-CCNPG), órgano especializado, encargado de autorizar y acreditar los Cursos y Programas de Postgrado que se cursan en Venezuela, en el país contamos con 2.099 Cursos y Programas, distribuidos en Especializaciones Técnicas (26), Especializaciones (1079), Maestrías (834) y Doctorados (160). De este total, corresponde a la UCV, el 19, 58%, es decir, el desarrollo de 411 Cursos y Programas de Postgrado, con lo que la UCV ocupa una posición relevante en esta materia. Este amplio desarrollo de los Estudios de Postgrado en la UCV se le debe al papel desempeñado por el Consejo Superior de Estudios de Postgrado, dependencia adscrita al Vice-Rectorado Académico, en la actualidad bajo la coordinación de un distinguido investigador y profesor, el doctor Alberto Fernández .Ante los logros indiscutibles de este Consejo Superior, llama poderosamente la omisión que hiciera “Hora Universitaria”, Publicación de la UCV, año 29, N° 239, julio 2011, a propósito de la reseña de los tres años de gestión rectoral. Ni por asomo se hizo referencia en esta reseña al Consejo Superior de Estudios de Postgrado y al Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, es decir, las dos instituciones que catapultan a la UCV como Universidad que contribuye poderosamente a la instauración de la “sociedad del conocimiento” y canalizan, en buena medida, su proceso de transformación.
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