Oct 27, 2011 Felix Tapia Titulares 0
happy wheelsDe acuerdo a lo afirmado por la Profa. Catalina Ramis, Jefa de Laboratorio de Genética Molecular del Centro de Investigaciones en Biotecnología Agrícola –CIBA-, de la Facultad de Agronomía, UCV, gracias a la unión de un grupo de investigadores de la Facultad, sumado al interés de la empresa privada y como resultado de una inquietud de los propios productores de cebolla, apostados en la zona de Guacara, Edo. Carabobo, fue posible que nuestra Universidad identificara cuáles eran las causas por las cuales la siembra de este vegetal se viera fuertemente afectada en la cosecha pasada, ubicada en los meses de septiembre-octubre 2010.
-Dentro del Laboratorio (de Genética Molecular), se hacen estudios moleculares de ADN. En ese sentido, para el mes de junio de este año, un grupo de productores de cebolla de la zona de Guacara, –que es una zona muy importante en la producción de cebolla- se acercó a la Facultad de Agronomía, informando una situación irregular que se había dado con la siembra planificada por ellos en septiembre-octubre y que debía cosecharse en los meses de diciembre-enero-febrero.
La situación descrita por la profesora Ramis indica que la cebolla semeja una rama y de ella se desprende un bulbo que es lo que se consume -el cual en este caso particular no se formó- con lo que los productores no pudieron vender nada y la cosecha se perdió.
Es así como los productores se acercaron a la Facultad de Agronomía planteando el problema, diciendo que a ellos les parecía que el material, la cebolla como tal, que era una variedad híbrido que se llama Campo Lindo –semillas importadas- no era lo que ellos habían comprado en años anteriores y era necesario para ellos que la Facultad pudiera identificar si era o no la variedad de semilla que había ya sido usada.
Según explicó la docente de Agronomía: “se hizo entonces un estudio para saber si era un problema de clima; se hicieron encuestas a los productores para saber a quiénes les había ido bien y a quiénes no, con el resultado de que todos los encuestados tuvieron problemas”.
-Se tomaron datos del clima, y en el laboratorio se hicieron análisis moleculares, comparando distintas semillas del mismo material de cebolla, el híbrido Campo Lindo, con otros materiales también híbridos. Finalmente, encontramos que había cierta variabilidad genética de un lote de semilla con respecto a otro recibido en otro año, importado por la misma empresa.
Según refirió la Profa. Ramis este resultado les llamó la atención, por lo que expandieron un poco el estudio a otros híbridos de la cebolla y a otras variedades, encontrando que en otros híbridos de cebolla ocurría lo mismo, había variaciones, cosa que no ocurre en otros casos de híbridos por ejemplo el maíz y el sorgo, por citar dos casos.
Fue así como la empresa importadora llamó a su casa matriz para que enviaran un especialista en genética y otros investigadores que participaron a distancia (teleconferencia), determinando que esa variabilidad era por la propia forma de ser de ese híbrido “que es muy particular en el caso de cebolla, y que esa variabilidad era de esperarse, según la constitución genética en este caso particular”, explicó la propia investigadora.
-La variabilidad no se dio como resultado del cambio climático, si no que es la constitución genética de ese tipo de híbrido. Sin embargo, sí vimos que el clima afectó por los cambios que se generaron el año pasado, producto de las fuertes lluvias y la excesiva nubosidad.
Luego de estos hallazgos, se celebraron varios encuentros con los productores, la empresa y estos últimos prepararon un taller, que contó con la participación de los profesores involucrados en la investigación, especialistas en semilla, en suelo, la parte genética y los propios productores. “Vimos realmente que la situación era más generada por un problema genético, que también pudo haberse visto afectado por el clima y suelo porque Guacara está muy cerca del Lago de Valencia, donde el nivel freático es muy alto, además, de lo observado con el período de lluvias muy fuerte y la nubosidad abundante. Los profesores de fisiología también explicaron esto a los productores. En definitiva este híbrido en particular no estaba preparado para enfrentar estas condiciones atmosféricas”.
La ciencia dio rápida respuesta
La profesora Catalina Ramis comentó además que esta experiencia fue muy positiva, en primer lugar porque los análisis moleculares, a nivel de ADN, de proteína, dieron una rápida respuesta. “En cuestión de un mes se atacó un problema que había generado desconfianza de los productores hacia la empresa importadora. Cuando nosotros dijimos que la semilla está bien, ellos volvieron a tener confianza. Por eso es que la empresa hizo un trabajo para buscar especialistas, hacer el taller, buscar el apoyo de la UCV para hacer los análisis. La universidad medió y confirmó a través de análisis técnicos que la empresa no había vendido algo equivocado a los productores y como ellos tienen plena confianza en la Universidad, se quedaron más tranquilos”.
Otro aspecto importante fue demostrar la necesidad de hacer registros más exhaustivos en esa zona, porque hasta ahora, no se tiene conocimiento que en Guacara se hayan hecho estudios documentados de cómo debe ser la siembra de cebolla, a pesar que los productores tienen años sembrando cebolla en esa zona. Tal como afirmó la Profa. Ramis, “gracias a estos resultados, los productores tomaron consciencia de la necesidad de, a partir de ahora, tomar registros de las siembras y cosechas venideras”.
Otra gran conclusión que se desprende de esta experiencia, de acuerdo a lo expuesto por la agrónomo, es que la empresa (Agrogénesis) debe concentrar igualmente los esfuerzos que hace en otras zonas que por excelencia cuentan con gran producción de cebolla como son Quíbor, en el estado Lara, y El Sombrero, en el estado Guárico, en Guacara a fin de que se den las condiciones óptimas para el mejoramiento de la siembra y de la cosecha.
-También vimos la importancia de la Universidad que sirvió como un nexo natural entre productores y empresa, porque logramos reunir distintas líneas de trabajo, clima, suelo, plaga –haciendo el estudio desde semilla hasta campo-y que esa interacción ya dio buenos frutos porque gracias al taller impartido por los productores quieren cambiar su sistema de producción, su tecnología de siembra, y eso tiene que venir todo respaldado en esa alianza con la empresa y la Universidad. Estamos viendo cómo la Universidad puede tener un impacto directo en los productores que es nuestra área, la agronomía, la agricultura, en donde podemos servir tanto a la empresa privada como a los productores –como asesores, en seguimiento- buscando respuestas y dando aportes con gente que está muy bien preparada en distintas áreas.
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