Ene 26, 2012 Felix Tapia Los investigadores Opinan 0
happy wheelsLos 39 autores de los dos manuscritos sometidos a la revistas Nature y Science deciden anunciar una pausa en sus investigaciones sobre el virus Influenza A H5N1.
“Somos conscientes de que las organizaciones y Gobiernos de todo el mundo necesitan tiempo para encontrar las mejores soluciones para los retos y oportunidades que se derivan de este trabajo”, escriben en la carta. Firman la declaración Ron A. M. Fouchier (Centro Médico Erasmus en Roterdam, Holanda), Adolfo García-Sastre (Escuela de Medicina Mount Sinai, Nueva York), Yoshihiro Kawaoka (Universidad de Tokio) y 36 coautores.
Pulsa aquí para leer la carta enviada por los autores a Nature y Science
Frenazo en los experimentos con virus mutantes de la gripe aviar
El País20/01/2012
Alicia Rivera
Las dos prestigiosas revistas científicas Nature y Science han anunciado simultáneamente la suspensión, durante 60 días, de las investigaciones con cepas mutantes del peligroso virus de la gripe H5N1. Los dos grupos independientes que estaban realizando estos controvertidos experimentos asumen la moratoria voluntaria en una carta firmada por los investigadores (39 en total) explicando que, con esta medida, quieren dar tiempo al debate sobre la seguridad o el riesgo que puedan suponer sus trabajos, y reconocen la alarma surgida en torno a los mismos.
Los científicos han construido cepas mutantes del virus de la gripe aviar por ingeniería genética que facilitan la transmisión del mismo en hurones, como modelo animal, para lograr desentrañar los mecanismos precisamente del contagio. Esta cepa es altamente mortífera en humanos pero su transmisión es muy poco eficaz, es decir, que es muy difícil que se transmitan como la gripe corriente, pero una vez que se coge, es muy grave.
“Somos conscientes de que las organizaciones y Gobiernos de todo el mundo necesitan tiempo para encontrar las mejores soluciones para los retos y oportunidades que se derivan de este trabajo”, escriben en la carta. Firman la declaración Ron A. M. Fouchier (Centro Médico Erasmus en Roterdam, Holanda), Adolfo García-Sastre (Escuela de Medicina Mount Sinai, Nueva York), Yoshihiro Kawaoka (Universidad de Tokio) y 36 coautores.
En la declaración de la moratoria de dos meses los científicos reconocen la polémica suscitada sobre el riesgo de liberación accidental de sus cepas mutantes del virus, pero no hacen alusión al bioterrorismo, es decir, al peligro de que la información sobre la construcción de esas formas mutantes del H5N1 pudiera ser útil para alguien que se propusiera hacer un uso criminal de los datos, como han planteado instancias gubernamentales, sobre todo en EE UU, pero también en la Organización Mundial de la Salud.
La polémica se disparó el pasado mes de diciembre, cuando el Gobierno de Estados Unidos, a instancias del Comité Nacional Asesor sobre Bioseguridad (NSABB), pidió a las revistas científicas que publicasen sólo las conclusiones generales de estas investigaciones con las cepas mutantes del H5N1, pero no los detalles del trabajo realizado. Dentro de la comunidad científica, muchas voces lo consideraron censura y una grave decisión contraria a la práctica científica de transparencia de información completa para, no solo permitir los avances de la investigación, sino también la comprobación de los resultados por repetición de los mismos en otros laboratorios.
Los propios firmantes de la carta de la moratoria explican sus trabajos. Los dos grupos, uno en la Universidad de Wisconsin-Madison y otro en el Centro Médico Erasmus, “han demostrado que los virus que tienen una proteína específica del H5N1 pueden convertirse en transmisibles en los hurones”. La investigación, en resumen, consiste en transformar el virus de manera que resulte contagioso y desvelar así mecanismos de transmisión mal conocidos de este patógeno. Para unos el resultado es una bomba biológica, para otros, es una investigación necesaria para desentrañar los procesos del contagio. Eso si, todos estos experimentos se están realizando en las condiciones máxima seguridad biológica (laboratorios especiales para evita cualquier fuga de la cepa mortífera) y con todos los permisos necesarios de las autoridades sanitarias y científicas.
Así lo recordaba ayer mismo Fouchier y dos de sus colegas del Centro Médico Erasmus en un artículo publicado en la web de Science, explicando por qué son necesarias estas investigaciones y defendiendo su publicación científica. “No estamos de acuerdo con las recomendaciones de la NSABB. Sin embargo, hemos respetado su consejo”, escribían los científicos, manifestando su esperanza de encontrar entre todos una solución para poder presentar la información clave a quienes sea útil y, a la vez, protegerla frente a quienes pudieran hacer mal uso de ella. Además, señalaban que en estas investigaciones no se utilizan métodos o tecnologías nuevas sino que todos los procedimientos son accesibles en la literatura científica.
“Al comparar la amenaza actual del bioterrorismo y nuestra experiencia en el pasado con la amenaza de la gripe, podríamos decir que la naturaleza misma debería ser considerada principal bioterrorista”, escribían Fouchier y sus dos colegas. Añadían que los virus emergentes de reservorios naturales han matado a muchos millones de personas en el mundo sin ayuda directa del hombre y que hay que estar preparados para otros nuevos, como el de la gripe aviar, el SARS o el HIV.
Un día después, estos científicos aceptan y anuncian la moratoria para dar tiempo a encontrar una solución al problema. Se comprometen a no realizar ninguna investigación durante 60 días relacionada “con virus altamente patógenos de gripe aviar H5N1 orientada a la generación de virus que sean más transmisibles en mamíferos”. Solamente continuarán sus estudios sobre la transmisión natural de este virus.
“La pausa es bienvenida”, ha declarado a Nature Michael Osterholm, director de Centro de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minneapolis (EE UU) y miembro de la NSABB. Pero en su opinión, la moratoria es demasiado corta. “Seguramente los 60 días no serán suficientes para establecer y aplicar una política internacional que funcione; no creo que sea realista”. Además, señala, la declaración voluntaria no menciona ninguna moratoria de publicación de resultados de los trabajos.
La polémica se aplaza, pero sigue abierta.
El virus que inauguró una oleada de alertas
Emilio de Benito
El virus de la gripe aviar es culpable de muchas cosas. Fue, cuando apareció en 2003 en el sureste asiático, la primera de las grandes alertas, y contagió las acciones sanitarias de la última década.
La causa fue, primero, el desconocimiento. E, inmediatamente, el miedo a que el H5N1 mutara y combinara las dos peores posibilidades (se entiende que para el ser humano, no para el virus, cuyo éxito es la propagación): que fuera muy letal y fácilmente transmisible.
De momento, solo se ha confirmado la primera de ellas. Hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha documentado 581 casos en humanos repartidos entre 15 países, de los que han fallecido 342. Esto arroja una tasa de mortalidad de cerca del 60%, que, si la tuviera un virus como el de la gripe estacional, supondría una mortandad de millones de personas en todo el mundo.
Aunque ya nadie le haga caso, el virus no ha desaparecido. Este año ya van tres personas infectadas (Egipto, Indonesia y Camboya), de las que han muerto las dos últimas.
Otra cosa ha sido su impacto sobre las aves. A falta de una vacuna, cada brote supone que hay que sacrificar a todas las de la granja para evitar que el virus se extienda.
Pero quizá, visto actualmente, el mayor daño del virus ha sido sobre la confianza de los ciudadanos en los sistemas sanitarios, particularmente la OMS. En 2003 y, sobre todo, 2004, el miedo a su propagación provocó una compra masiva de antivirales (fue cuando se hizo famoso el Tamiflu). Fármacos que luego no hicieron falta. Solo ha habido casos aislados (en Turquía, Vietnam e Indonesia) sospechosos de transmisión entre personas, pero luego el proceso no se ha extendido.
Ese recuerdo fue el que hizo que cuando hace dos años apareció otro virus, el H1N1 que sí que se transmitía fácilmente, volvieran a saltar las alarmas. Otra vez, afortunadamente, sin consecuencias.
No es que los científicos sean más miedosos que el resto de la población. Hace más de 20 años que no aparece una epidemia mortífera de gripe. Y, por eso, cada espécimen nuevo se observa con lupa. Cada vez con menos interés, es cierto. Por ejemplo hay otro virus nuevo circulando por EE UU, mezcla de tres, y esta vez, como en la fábula de Pedro y el lobo, nadie ha llamado a rebato.
Solo una persona parece que se ha mantenido, hasta la fecha, indemne al efecto de las sucesivas alertas frustradas: la directora de la OMS, Margaret Chan, que ha sido relegida hasta 2017.
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