May 24, 2013 Prensa CDCH Los investigadores Opinan 0
Fuente: Diario Tal Cual (21/05/2013)
Hoy cuando las universidades están en su peor momento debemos negarnos a participar en los juegos del hambre que promueve el gobierno, en la rebatiña por las migajas de esa renta petrolera que no alcanza por la sencilla razón de que no hay renta que sustituya el esfuerzo propio y colectivo.
Los profesores de vocación somos, guardando las distancias históricas y de talento, de la estirpe de quienes convirtieron la educación, la creación de conocimientos y el arte en el testimonio mayor de la vida humana.
Soy docente de la UCV porque quería leer, escribir, investigar y enseñar como Jeannette Abouhamad, Hanni Ossot y Juan Nuño, porque en la siempre conflictiva UCV me enseñaron que ser mujer tenía tanto valor como ser hombre y que ser diferente significaba ampliar los horizontes de la vida.
Se lo digo a mis alumnos: ustedes están en la misma universidad que dirigió José María Vargas, quien fundó las bases de la moderna ciencia médica venezolana y fue primer presidente civil de Venezuela; en la de Rafael Cadenas, uno de los grandes poetas vivos en lengua castellana; en los mismo pasillos en que Juan David García Bacca caminaba mientras traducía a Platón y en la misma institución donde las generaciones del 28 y el 58 conspiraban contra las dictaduras de Gómez y Pérez Jiménez.
Esa parodia de primer mandatario que tenemos debe estar feliz viendo las escenas de colegas con toga y birrete mendigando por las calles. Un pajarito trina en su alma cuando salen caricaturas de profesores limpiando vidrios. Su alma vuela al cielo con el comandante cuando le cuentan que nos llaman con triste solidaridad POBREsores.
¿Cómo es posible? Los docentes de las instituciones forjadoras de los profesionales que deben acompañar a nuestros conciudadanos que pasan hambre y enfermedad en el tránsito a una vida mejor, piden por las calles y dicen que un mendigo gana más. Dante, poeta del infierno, te perdiste a Venezuela.
Qué chévere, ¿verdad?: todos igualados en la pobreza blandiendo cajas vacías de medicinas frente a las cámaras y comentando con desaliento que no tenemos para pagar el teléfono o el queso amarillo.
Se ha hecho justicia: la oligarquía profesoral ha sido reducida a la condición del sufrido pueblo comedor de Perrarina, capaz se inmolarse en Guarenas en 1989 por el aumento del transporte.
La venganza es la solución: ojo por ojo y diente por diente, ojo con cataratas de Petare con ojo con cataratas por la Central; diente de Antímano por diente de la USB. Llegó la justicia: todos vivimos mal, a la cubana. La higiene es burguesa, el Che en Bolivia no usaba jabón para bañarse, qué es eso de papel toalé y toallas sanitarias, trapito, agua y paño es más ecológico.
Pues no: en el fondo de cada hombre y mujer que somos universidad independientemente de su inclinación política resuenan las palabras de Miguel de Unamuno: Venceréis pero no convenceréis…
Y nuestros opresores ya ni siquiera vencen con certeza.
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