Oct 19, 2015 Prensa CDCH Los investigadores Opinan 0
Fuente: Diario El Tiempo de Puerto La Cruz
18.10.2015
A raíz de los altos niveles de inflación, la reducción del poder adquisitivo de una familia de modestos ingresos dificulta que sus jóvenes puedan iniciar o continuar una carrera
Adriana Gavidia
Caracas.- Cuando Wuinder González quedó en la Universidad de los Andes (ULA) por prueba interna, su madre le dijo de manera tajante: “Ajá, ¿y el dinero? ¿Vas a dejar de trabajar por ir a estudiar?”.
Aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece, en su artículo No. 103, que la educación impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario, “no todos pueden tener el lujo de recibir educación superior”. Así lo asegura Wuinder González, de 23 años, estudiante merideño del quinto semestre de Historia.
Proviene de una familia de bajos recursos y es el único de 9 hermanos que quiso ingresar a la universidad. Vive en un pueblo llamado El Moral -cerca de Ejido- con su madre que es soltera y cuatro de sus hermanos que aún son menores: Estiven (5 años), Yuraika (10 años), Jesús (14 años) y Brayan (16 años).
“Cuando entré a la universidad no tuve apoyo moral de mi familia, ninguno me entendió porque todos trabajaron desde muy jóvenes. Sin embargo quiero seguir estudiando en la ULA aunque me resulte costoso”.
A pesar de que González cuenta con una beca del Estado, de 1.800 bolívares, gasta diariamente en pasaje Bs 150, pues la Facultad donde recibe clases le queda a hora y media de su casa y debe tomar al menos tres transportes para llegar al recinto. Mensualmente el gasto se traduce en tres mil bolívares, es decir, que su beca apenas cubre 60% de sus egresos por tal concepto. No obstante el estudiante requiere otros servicios básicos como alimento, vestido, calzado, salud y el acceso al Internet, como también las guías de estudio fotocopiadas, libros, computadora, celular, cuadernos y lápices, entre otros.
“Si quiero graduarme en cinco años, tengo que dejar de trabajar pero se me hace imposible porque necesito ayudar con los gastos de la casa. En Mérida el trabajo está escaso y sólo les interesa contratar a personas de tiempo completo, así que a veces trabajo como obrero o hago artesanía como pulseras. Pero, ¿cómo puedo hacer mercado si un kilo de caraotas me cuesta 1.300 bolívares y un kilo de atún está en mil bolívares?”.
Ayudas socioeconómicas
Las universidades públicas y privadas cuentan con un servicio especial para ayudar a los jóvenes que no tienen recursos para estudiar. Uno de ellos es la Organización de Bienestar Estudiantil (OBE) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), que otorga a los estudiantes becas y brinda servicios gratuitos médicos, odontológicos, asesorías jurídicas, psicológicas, comedor, entre otros.
Sin embargo, debido a los problemas presupuestarios que están enfrentando las universidades públicas, no sólo se ha convocado a un cese de las actividades por parte del gremio profesoral, sino que también están colapsando las ayudas financieras al no poder cubrir toda la demanda estudiantil.
La directora de OBE, Aurimar Meza, indica que en el último año se han incrementado las solicitudes de becas en la casa de estudios en sus dos modalidades: la beca estudio de Bs 1.500 y la beca ayudantía de Bs 2.500. Actualmente mantienen becados a 6 mil 500 estudiantes y tienen en lista de espera a 550. A su vez, se estima que ingresen de 1 mil 500 a 2 mil nuevas solicitudes con las recientes asignaciones que ordenó la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu) para 2016.
“Hace tres años la beca que otorgábamos le servía al estudiante no sólo para sacar copias, sino que también podía cubrir pasaje, gastos personales, podía ir a un cine y, en algunos casos, podían apoyar a su grupo familiar. Ahora, la beca es insuficiente. Si antes una copia estaba en Bs 0,25, ahora dentro de la universidad te cuesta Bs 15 y, en la calle, te cuesta hasta Bs 35. En promedio, un estudiante puede gastar en copias entre Bs 500 y 600 semanales”.
Meza explica que en el caso de una familia cuyos padres puedan ayudar al estudiante con algunos servicios, la beca debería estar en los Bs 9 mil. Pero cuando los padres ganan sueldo mínimo (Bs 7.421,67) y pueden parcialmente cubrir la canasta alimentaria que, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas), se ubicó en aproximadamente Bs. 41 mil 600 en el mes de julio, la ayuda debería ser mayor.
Carreras como Odontología, Medicina, Arquitectura o Nutrición, le exigen al estudiante más gastos debido a que requieren instrumentos especiales. Este es el caso de José Emilio Moncada de 22 años, estudiante de cuarto año de Medicina en la UCV. Su familia está constituida por su madre, que es trabajadora residencial, y su padre que es pensionado. El costo de los implementos que utiliza en su carrera lo llevó a buscar trabajos que no le exigieran tanto tiempo para no interrumpir sus estudios.
“Yo doy clases en un propedéutico, trabajo en fiestas, estoy haciendo una pasantía con la que me dan una beca. De esta forma, mi familia y yo hemos logrado sostener la situación. Es muy difícil ser independiente económicamente y estudiar, pues la inflación no te lo permite”, señala.
Cuando Moncada entró en la universidad, tuvo la previsión de adquirir los equipos que le pedirían en tercer año de Medicina. Fue así como se compró su primer equipo ORL (instrumentos con los que se examina ojos, garganta y nariz) en Bs. 1mil 500 hace cuatro años. Hoy cuesta alrededor de 20 mil bolívares.
Para poder mantenerse en la carrera, ha disminuido sus actividades recreativas y dejó de viajar al interior del país. Recomienda a los nuevos estudiantes que compren todo lo que puedan en este momento, porque más adelante la inversión sería mucho mayor.
“Sí se puede estudiar, es cuestión de organizarse y estar dispuestos a realizar sacrificios. El mundo universitario es la mejor etapa de nuestras vidas porque es cuando expandimos nuestros horizontes y llegas a un mundo lleno de conocimiento, pero no hay que quedarse en ese encanto porque al entrar a la universidad te vuelves un adulto y llevarás golpes. Tal vez puedes tardar más en graduarte pero al final valdrá la pena”.
Cooperación económica
La Universidad Católica Andrés Bello mantiene un Programa de Cooperación Económica dirigido a los estudiantes regulares venezolanos, menores de 31 años, que tengan serias dificultades económicas y que no puedan asumir de forma íntegra el costo de la matrícula. Este programa consta de planes de Pensión proporcional y diferida, Financiamiento educativo y Beca
Trabajo, entre otros.
(http://w2.ucab.edu.ve/cooperacioneconomica.html)
La Universidad Monteávila con la premisa de que “nadie que tenga capacidad para estudiar debe dejar de hacerlo por razones económicas“, ofrece dos programas de ayuda económica: uno de becas y otro de financiamiento. El promedio del estudiante y el análisis de su situación socioeconómica son considerados a la hora de otorgarle la ayuda. (https://www.uma.edu.ve/detalle/81/becas_y_creditos)
La Universidad Santa María otorga siete tipos de becas: de excelencia, deporte, convenio (acordadas con instituciones privadas y públicas), becas para los hijos de los trabajadores de esta casa de estudios, de tipo familiar, de trabajo y beca coral.
(http://www.usm.edu.ve/ web/oficinas-y-ayuda/becas)
-Estudios privados
Un semestre regular en una universidad privada está entre los Bs. 15 mil y 60 mil dependiendo de la carrera. Algunas de estas casas de estudio cuentan con becas que pueden cubrir parte de la matrícula o su totalidad, según el rendimiento del estudiante.
-El resuelve
Saber UCV y Saber ULA son repositorios institucionales que permiten el acceso gratuito a recursos académicos online para que los estudiantes puedan ahorrar en fotocopias y libros.
-Faltan carnets
Por falta de recursos, las universidades públicas enfrentán problemas para la emisión de carnets estudiantiles, lo que afecta a los jóvenes que pagan pasaje preferencial en el transporte público.
-La inflación
El Banco Central de Venezuela (BCV) tiene ocho meses de retraso en la publicación de la inflación y otras cifras económicas como el Producto Interno Bruto y las Balanzas Fiscales. Según un informe de la calificadora internacional Moody’s (publicado en septiembre de 2015), se calcula que para finales de este año, el país tendrá una hiperinflación ubicada en 200%, lo que dificultará aún más a los estudiantes el acceso a alimentos, vestimenta, servicios y materiales de estudio.
No es la misma calidad educativa
De acuerdo con la profesora Rosa Lacasella, psicóloga y experta en el análisis experimental de la conducta, la situación económica del país afecta en cualquier ámbito la vida del universitario, pues la restricción monetaria obliga al estudiante a replantearse su vida: puede dejar los estudios de manera parcial o definitiva para trabajar, puede elegir carreras más cortas para poder graduarse en menor tiempo o retrasar sus planes personales como independizarse.
“La inflación galopante no permite que el estudiante pueda seguir un plan a largo plazo, pues a medida que pasa el tiempo la situación lo puede llevar a decidir otras acciones que no estaban en su plan de vida. El estudiante siempre sacrifica horas de sueño o de recreación en momentos puntuales de su carrera para lograr más de una meta propuesta, pero ahora está bajando su rendimiento porque está sacrificando más aspectos de su vida y no está obteniendo los resultados que espera”, puntualiza.
Lacasella resalta que la vida universitaria no sólo consiste en estudiar e ir a la biblioteca, también implica mantener una vida social, realizar actividades culturales y deportivas que brindan herramientas valiosas para invertir en la sociedad. Por la situación, muchos estudiantes han disminuido estas salidas y no están aprovechando la vida universitaria como deberían.
La docente agrega que la educación que está recibiendo no es de la misma calidad que podían recibir 10 años atrás, pues los profesores no están contando con los materiales indispensables para ser educadores de dedicación exclusiva: las casas de estudio no tienen los recursos para suministrarles nueva bibliografía ni becas para estudios especializados en el exterior o su formación en el país, por lo que “esto tiene incidencia en lo que imparten los profesores y, por supuesto, en los estudiantes”.
La experta asegura que la formación del estudiante nocturno tampoco es la misma que la del diurno, ya que la calidad de los trabajos entregados es menor, puesto que deben trabajar todo el día y llegan cansados a recibir clases de noche. Explica que hay asignaciones que deben realizarse de día y si no obtienen permiso en el trabajo, resulta “muy sacrificado” para ellos. De aquí que dejen de ver materias y tarden aún más en graduarse. También dice que debe considerarse que hay estudiantes que se convierten en padres y abandonan los estudios para mantener a su familia.
“El alumno termina desertando”
Para la directora de OBE, Aurimar Meza, los jóvenes que deben trasladarse a la capital o a los estados donde hay universidades públicas, tienen una alta probabilidad de abandonar sus estudios, ya que la familia debe hacer mayor esfuerzo para poder mantenerlos económicamente en la distancia.
El precio de una habitación compartida estudiantil está entre los Bs. 4 mil y 6 mil, es decir, se necesita entre 54% y 80% de un sueldo mínimo únicamente para pagar una residencia. Esto por lo general, obliga a los estudiantes a buscar un trabajo para sustentarse diariamente.
“Para que un grupo familiar pueda mantener a un estudiante, tiene que trabajar más, pero va a llegar un momento en que la situación no va a sostenerse y ocurre lo que uno no quiere: el estudiante no puede continuar en el tiempo y termina desertando”.
Para Wuinder González, aunque no lo quiera, abandonar sus estudios está entre sus opciones si la realidad socioeconómica de su familia se agrava, ya que deberá trabajar exclusivamente para mantener a sus hermanos.
“Mi mamá no ve los estudios como una inversión a largo plazo, porque ella me dice que ahora es que estamos aguantando hambre y no dentro de cinco años. Nuestra necesidad es tangible y es lo único que a ella le importa. Por eso quiero irme de la casa, porque prefiero ayudarla desde afuera con lo que pueda y no que diariamente me exija dinero”.
Dic 13, 2024 0
Dic 13, 2024 0
Dic 05, 2024 0
Dic 03, 2024 0
Mar 26, 2024 0
Jun 22, 2021 0
May 20, 2021 0
May 18, 2021 0