Feb 10, 2017 Prensa Noticias de Interés, Titulares 0
Presentación Felix J. Tapia, Gerente-Coordinador del CDCH UCV.
La ciencia es una actividad humana universal que busca además de generar conocimiento, generar bienes y servicios para la humanidad, para la sociedad. El conocimiento científico se viene desarrollando desde los inicios del ser humano pero alcanzó su cúspide en el siglo XX como consecuencia de la revolución industrial.
Para pocos es un secreto que con ciencia y tecnología propias, los países pueden desarrollarse más rápido y lograr mayores beneficios. Los ejemplos son muchos y podemos mencionar a Japón, a los tigres asiáticos y más recientemente los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Estos últimos han crecido en lo relacionado con Ciencia y Tecnología en sus respectivas naciones, con índices tecnológicos del mundo desarrollado y economías en pleno crecimiento, a pesar de la crisis mundial.
Este año se conmemoran los 100 años de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela; y el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV lo celebra con la realización de charlas, conferencias y un pie de página conmemorativo en sus comunicaciones durante todo el período 2017.
En nombre de la Universidad Central de Venezuela y su CDCH extendemos una sincera felicitación a la ACFIMAN y nos unimos al júbilo por tan significativo aniversario que testimonia la sostenida labor científica desarrollada en el país.
Ahora quiero brindar unas píldoras mencionando a algunos protagonistas históricos de la ciencia en Venezuela:
La Colonia:
La República:
Edad Moderna:
Edad Contemporánea:
Decidí para no meterme en problemas mencionar solo a dos venezolanos, que junto imaginaron y construyeron la ciencia institucional en Venezuela.
Para ubicarnos en el curso de la ciencia en Venezuela y la región hablaré del “Informe sobre la Ciencia, con vista al 2030” de la UNESCO publicado en 2015. Proporciona información robusta a nivel de los países sobre las tendencias y avances de la ciencia, la tecnología, la innovación y la gobernabilidad.
Algunas de las conclusiones fueron las siguientes:
Con respecto a Asia señala:
Asia impulsó su estatus de potencia científica.
Con Asia representando casi la mitad de la producción económica del mundo y el 42% del gasto mundial en investigación y desarrollo, la región está emergiendo como una potencia científica con algunos programas nacionales de ciencia y tecnología muy dinámicos con énfasis en investigación e innovación mundial.
Con respecto a África señala:
La ciencia africana viene en aumento, pero poco a poco.
Los resultados de la investigación en África se elevaron a 33.300 publicaciones el año pasado, frente a 21.000 en 2008, según el Informe la cuota mundial de publicaciones en África aumentó de 2% a 2,6%.
Con respecto a América Latina el informe dice:
En la región existe un creciente enfoque en la generación de políticas públicas en I+D, con variedad de sistemas sofisticados de financiamiento y esquemas para fortalecer las redes de conocimiento. Sin embargo, los países podrían invertir más en I+D. Además existe un creciente interés de políticas en sistemas de conocimientos indígenas y la búsqueda de políticas de innovación que funcionen y promocionen la inclusión social.
A pesar de todo esto, concluye el informe que la historia de las políticas de CTI en América Latina puede ser comparada con la maldición o castigo de Sísifo.
La falta de continuidad de las políticas públicas de largo plazo y la mala gestión pública en la mayoría de los países son en gran parte la culpa de la falta de políticas adecuadas en CTI en décadas recientes. Es muy frecuente que la llegada al poder de nuevos grupos políticos se traduzca en cambios de reglas y políticas, las cuales -como Sísifo- hacen rodar colina abajo unos planes por otros que comienzan de cero.
Sobre Venezuela, las noticias en CTI son negativas y titulan nuestra sección como “Producción científica en caída” y el informe presenta al país como un modelo de la maldición de Sísifo, con políticas cambiantes y éxodo significativo de científicos en la última década, por decir lo menos.
El presente y el futuro
Un día después de la toma de posesión de Donald Trump, el 21 de enero de 2017, miles de mujeres abarrotaron la capital de los EUA protestando con una marcha por los derechos humanos.
En la Marcha de las Mujeres, algunos manifestantes dijeron que fueron para proteger los derechos de las mujeres y sus familias. Otros apuntaron que llegaron para manifestar su indignación por la postura de la administración Trump en ciertos temas científicos y médicos -incluyendo el cambio climático, los derechos para procrear y el futuro del financiamiento de la investigación. Algunos investigadores que se unieron a la marcha manifestaron que estaban alarmados por lo que podría suceder a la ciencia en los tiempos de Trump.
En días siguientes, los oleoductos polémicos fueron resucitados el mismo día en que Trump afirmó ante la industria automotriz que él era un “ambientalista”. Las referencias al cambio climático fueron erradicadas del sitio web de la Casa Blanca, con órdenes para la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de seguir su ejemplo. Los planes de energía limpia fueron desechados, varias agencias científicas censuraron sus cuentas de Twitter, el financiamiento de la ciencia se ha ido mermando y a los científicos contratados por el gobierno se les ha prohibido hablar con la prensa sobre su trabajo. Para más colmo, el viernes 28 de enero 2017, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva que prohibía a los ciudadanos de siete países predominantemente musulmanes-Irak, Irán, Siria, Somalia, Sudán, Libia y Yemen- entrar en los EUA bajo cualquier visado, por lo menos por 120 días. Este decreto afectó a varios científicos, naturales o casados con personas de estos países.
Los científicos canadienses se manifestaron en apoyo a sus pares estadounidenses y recordaron los malos tiempos que sufrieron por casi una década con el anterior gobierno conservador del Canadá. El llamado “Ataque total a la ciencia” implicó cierre de bibliotecas científicas, recortes drásticos de programas de investigación, y medidas absurdas como la prohibición a los científicos federales de hablar con los medios de comunicación sobre temas de investigación.
A una semana del gobierno de Trump, científicos estadounidenses preocupados por el cambio climático y escépticos a las acciones presidenciales están planeando una marcha de protesta en Washington, DC. Los organizadores dijeron que la marcha será “un punto de partida para tomar una posición sobre las políticas científicas”.
En Venezuela, el gobierno bolivariano se propuso desde sus inicios cambiar el estamento científico venezolano. Sus ideólogos posmodernistas plantearon sustituir lo existente por una ciencia diferente y menos alienada con la forma de hacer ciencia en la mayor parte del mundo. Los argumentos, se basaban en impulsar una ciencia endógena y pertinente socialmente. Hasta ahí, todo bien, pero resulta que el grupo dominante entre los pensadores de la ciencia socialista no quería experimentar y menos aplicar el método científico. Así que desde un principio, el objetivo era sustituir la manera de hacer ciencia por una distinta e insistentemente presumida como mejor.
La ciencia venezolana comenzó su descalabro en 2006, la razones fueron muchas pero se puede señalar a las series de decisiones erradas, ausencia de políticas públicas, falta de transparencia, ausencia de discusión con los sectores involucrados y proselitismo político, contribuyeron a la crisis. Ya para 2009, Colombia nos había desplazado del sempiterno cuarto lugar en índices internacionales.
Actualmente las universidades se encuentran en uno de sus peores trances, lo cual se ha evidenciado en presupuestos exiguos, salarios paupérrimos, actos violentos que ocurren con impunidad porque los procesos judiciales no culminan, infraestructura agonizante, entre otros problemas, asuntos que afectan no solo a la investigación, sino a todos los ámbitos académicos como los estudios de postgrado, bibliotecas, extensión y atención a los estudiantes.
La crisis de la ciencia venezolana incluye a todas las universidades autónomas nacionales y a los centros de investigación no adscritos a las universidades, llegando sus efectos nocivos hasta algunos centros dependientes del Estado venezolano como IVIC, IDEA, CIDA, INIA, etc. Así como a otros centros adscritos a los distintos ministerios del país.
La crisis universitaria ha contribuido a que Venezuela haya disminuido su posición en el universo académico con caídas notables en los índices científicos y universitarios latinoamericanos.
La ciencia parece ser una de las primeras víctimas del surgimiento de movimientos políticos neo-fascistas o neo-autocracias en el mundo. Movimientos que se caracterizan por ser enemigos de la “sociedad abierta” descrita por Karl Popper y partidarios de la “sociedad cerrada”. Regímenes montados sobre los fracasos y debilidades del establecimiento político, y el cultivo a un estado de no inteligencia. En los casos crónicos estos regímenes cumplen las características del neofascismo y el fascismo propuestas por Umberto Eco. El mundo democrático occidental debe prepararse para contrarrestar esta ola de gobiernos autoritarios. Como dijo Gloria Steinem, activista de los derechos de la mujer, al conocer el triunfo electoral de Donald Trump “No vamos a hacer duelo, vamos a organizarnos”.
Finalizo agradeciendo a la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales por su gallardía y valentía durante estos años tan difíciles para Venezuela y la ciencia venezolana. Su liderazgo se ha sentido y la huella se puede ver en sus alrededores. Gracias por mantener la casa abierta y bañada de luces. ¡Feliz primer centenario!
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