La Ciencia sin “por qué”
Sus investigaciones en Yale buscaron comprender la participación del hipotálamo y el sistema límbico en los componentes sensoriales que guían y ejecutan la agresión. Hablamos con Horacio Vanegas
Autora: CAROLINA JAIMES BRANGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Prof. Horacio Venegas *
Su currículum vitae es impresionante: después de graduarse de Médico Cirujano en la Universidad Central de Venezuela (1962) obtuvo el PhD en Investigaciones Cerebrales en la Universidad de Yale, en Estados Unidos (1968). Es uno de los pocos neurocientíficos “sistémicos” en el país. Fue investigador del IVIC, del que también fue presidente. Ha hecho trabajado en los institutos más importantes del mundo. Es invitado frecuente a congresos, simposios y talleres. Fue además presidente de la Asociación Cultural Humboldt durante cuatro periodos. A pesar de su actividad internacional, sigue en Venezuela donde continúa aportando tanto al campo científico como el cultural.
-¿Cómo y por qué te acercaste al estudio de las ciencias?
-Desde mi infancia siempre quise ser médico sin “por qué” alguno, y por eso mi padre no me llamaba por mi nombre sino por “el Doc”. Fui un excelente alumno en Medicina de la UCV, fui el primer Preparador de Prácticas por concurso en la cátedra del Dr. De Venanzi -era Delegado Estudiantil ante el Consejo de la Facultad- y fui escogido por mis colegas para decir el discurso de graduación.
-Tienes formación venezolana y alemana. ¿Qué rescatas de cada una de ellas?
-Nací en Caracas el día en que comenzó la Segunda Guerra Mundial, y, hasta que llegué a ser un adulto, en esta parte del mundo todo lo alemán era MALO. En el cine angloparlante, francoparlante y rusoparlante los alemanes eran siempre los villanos. Aunque mi abuelo materno era alemán, él era ciudadano de los EE.UU., vivía en Puerto Rico y trabajaba para la Marina (Navy). Mi único contacto con Alemania derivaba de mi insaciable gusto por la música clásica, para la cual los germanos siempre fueron estelares.
Cuando me gradué de médico en la UCV (1962) mi maestro, el Dr. Francisco De Venanzi, rector de la Universidad, me envió a hacer mi postgrado en la Universidad de Yale, EE.UU. Una vez allí, me encontré con que, para ser admitido, tenía que demostrar suficiencia en dos idiomas extranjeros, pero no se valía inglés, por supuesto, y el español no se consideraba como “apto para las ciencias”. ¡¿Qué hacer?! En esa época uno aprendía algo de francés en bachillerato, y con esfuerzo y suerte pasé mi prueba de francés en Yale, pero… ¿y el otro idioma? Mi inglés era todavía muy rudimentario y estaba pagando un curso para mejorarlo, pero decidí saltarme esas clases y comenzar a aprender alemán en un curso corto de repaso… ¡Esto fue una verdadera revelación! Mi modesto porcentaje de genes alemanes encontraron finalmente un cauce donde expresarse, pasé la otra prueba de idiomas, ¡en alemán! En las vacaciones me metía en el laboratorio de idiomas y así aprendía no solo alemán sino un montón de cosas sobre Alemania que me hicieron amarla. Mi formación no es “venezolana y alemana”. Me gradué de médico-cirujano en la UCV, pero luego nunca ejercí la medicina porque en Yale me atrapó la investigación en neurociencias. Más nunca tomé cursos en ninguna parte, y en realidad mi formación consistió en trabajar conjuntamente con mis colegas del IVIC, la Universidad de Virginia (EE.UU.), el Instituto Max-Planck (Munich), el Instituto Politécnico de México, la Universidad de California en San Francisco, la Universidad de Würzburg (Alemania) y la Universidad de Jena (Alemania). De cada una de estas experiencias “rescaté” una parte de lo que fue mi carrera científica, pero hay que notar que desde 1995, además de mi trabajo usual en el IVIC como investigador jefe de laboratorio y en la Facultad de Medicina de la UCV como profesor titular, mis actividades científicas internacionales han estado casi exclusivamente en Alemania. Paralelamente a todo esto, en 1973 inicié actividades “operativas” en el ámbito de la cultura alemana, es decir, ingresé a la junta directiva de la Asociación Cultural Humboldt de Venezuela, de la cual llegué a ser presidente cuatro veces.
-Fuiste un gran presidente del IVIC, sobre todo porque saneaste la institución de sindicatos y personas que deseaban destruirlo. ¿Cómo está el IVIC hoy? A la luz del presente, ¿cómo visualizas la reconstrucción del IVIC cuando se ha ido tanta gente valiosa?
-La huelga de empleados (que no de obreros ni de investigadores) del IVIC en 1992 fue inspirada por el intento de golpe de Hugo Chávez y motorizada por el sindicato de empleados, a quienes desagradaba la posición predominante de los investigadores. Mi período legal como Director-Presidente del IVIC comenzó en abril de 1988, concluyó el 23 de abril de 1992, e inmediatamente entregué el cargo. Para mí, lo más importante de mi desempeño como Director-Presidente fue lo que logramos antes de la huelga, es decir, de 1988 a 1992. En 1988 Venezuela venía saliendo de una fuerte depresión y, a pesar de todo, con un Consejo Directivo estelar y con un decidido apoyo del Ejecutivo Nacional, logramos rescatar al IVIC y elevarlo a niveles de abundancia y excelencia.
La situación actual del IVIC es muy triste. Además de las carencias (agua, electricidad, teléfono, Internet, etc.) “usuales” en Venezuela, el IVIC carece de fondos para actualización o reparación de equipos de laboratorio, mantenimiento de los animales de laboratorio, actualización de la biblioteca, asistencia a congresos científicos internacionales, transporte de personal, mantenimiento de la infraestructura física, etc, etc. etc. Tengo entendido que ya no funciona QUIMBIOTEC C.A., la empresa que fundamos y construimos en el para obtener albúmina, gammaglobulina y factores anti hemofílicos a partir del plasma sanguíneo donado por los bancos de sangre y así abastecer de estos costosos derivados a los bancos de sangre de Venezuela y otros países.
Pero, si se vuelven a dar las condiciones de 1988, ¡el IVIC puede volver a surgir y florecer!
Horacio Vanegas con la condecoración Orden Andrés Bello FOTO CORTESÍA *
-También te desempeñaste como presidente de la Asociación Cultural Humboldt y sigues apoyando la educación y la cultura. ¿Qué consejo le darías a un estudiante venezolano?
-He prestado además servicios a la comunidad cultural tanto nacional como internacional. Siempre me había gustado trabajar en beneficio de mi comunidad. En el Liceo Aplicación era el presidente del Centro Musical. En la universidad siempre fui el delegado de curso, y además fui delegado estudiantil ante el Consejo de Facultad y vice presidente del Centro de Estudiantes de Medicina. A un estudiante le recomendaría que estudie en Venezuela con amplia curiosidad y dedicación, que aprenda inglés (y/o alemán) bien, que haga su postgrado en el exterior, que regrese a Venezuela a sembrar sus conocimientos y sus destrezas, y que siga cultivando sus vínculos con el exterior.
Recibiendo otro reconocimiento *
-¿Qué significa Venezuela para Horacio Vanegas?
-Es mi país. Ninguno de mis bisabuelos era venezolano, pero yo aquí he crecido, padecido y disfrutado. Es un país-fénix: se ha quemado varias veces, pero siempre ha resucitado de sus cenizas, y todos los que hemos aprendido y trabajado aquí hemos perecido y resucitado con él. ¡Tenemos que resucitar una vez más!